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Aeric - Casta

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Mensaje  Laegnur Mar Sep 13, 2022 11:29 am

Aeric -  Casta  Solar_10

Me llamo Aeric, y le debo la vida al Sol Invicto.

Mi historia comienza como muchas que se cuentan a los chavales alrededor de la hoguera. Solo que la mía no es simplemente una historia para asustar a los niños y que se porten bien, sino una de hechos reales, una de muerte y vida.
Mi nacimiento tuvo lugar hace 30 años  en el reino de Halta, sumido en la guerra eterna con la nación de Linowan. En concreto en la ciudad arbórea de Chanta. Debido a esta peculiaridad de nuestras ciudades, mi pueblo es extremadamente ágil y flexible y tenemos gran facilidad para movernos entre las copas de las secuoyas. Somos gente alta, de tez bronceada, y en mi caso con una cabellera salvaje de color castaño.

Desde muy pequeño fui educado por mis tíos para ser comandante de los ejércitos haltianos. Mis preferencias siempre hacia el combate cuerpo a cuerpo, aunque sin descuidar las lecciones sobre tácticas de guerra y liderazgo.

Al cumplir la mayoría de edad fui enviado a combatir en primera linea, donde no pase demasiado tiempo, pues tras una emboscada de los de Linowan con ayuda de los Vástagos del Dragón nuestra unidad fue diezmada, y los supervivientes tomados esclavos.

A partir de ese momento sufrí una vida de penurias como esclavo de las minas de carbón de Nexo, hasta que no hace mas de un par de años, la propiedad de dicha mina recayó en un miembro del Gremio. Con el nuevo dueño, llegaron nuevas normas, y mis conocimientos en el manejo de tropas junto a mi carisma, me permitieron llegar a ser capataz de esclavos. Gracias a esto, pude ir reuniendo un grupo de hombres leales, y dispuestos a levantarse en contra de la tiranía reinante y a lucha por nuestra libertad.

Periódicamente llegaban nuevos esclavos para remplazar a los pobres desdichados que ya no aguantaban más. Y decidimos que seria en uno de esos momentos cuando realizaríamos el levantamiento, para poder aprovechar la fuerza de los aun indómitos recién llegados, que sin duda se unirían a la causa.

El día acordado la situación comenzó distinta a las demás ocasiones, para empezar un noble menor de una de las casas de los Vástagos del Dragón estaba presente. Desconozco el nombre del petimetre, pero jamas olvidare el estandarte de la casa Cynis. Y para terminar no fue una caravana venida del sur la que traía los nuevos esclavos. Era una caravana de la Buena Gente, entregándole despojos humanos, ya desposeídos de sus sueños y esperanzas después de alimentarse de ellos.

Perdí toda esperanza de lograr guiar la rebelión. Mi entereza se vino abajo y la oscuridad de cernió sobre mi. Maldije al Gremio y a la casa Cynis por permitir que algo tan atroz ocurriese y volví a maldecirlos por su codicia y crueldad al aprovecharse de ello. Ahí fue cuando cayo sobre mi, el glorioso resplandor dorado de la luz del mediodía. En ese momento, fui Exaltado y una voz como el rugido y el siseo de una tormenta de arena me hablo.

-Tu que has sufrido sometimiento, eres ahora libre. Soy el Sol Invicto y pongo el poder de buscar la justicia en tus manos. Una vez me cegué a la injusticia y al mal, pero no más. Álzate hijo mio y que tu sed se sacie con la rectitud. Que tu hambre se satisfaga con la justicia. Retorna al mundo de los hombres. y lleva mi mensaje contigo.

La luz pareció estallar a mi alrededor y sentí el abrasador beso del Sol Invicto en la frente. Sentí un poder como nunca había sentido recorrer mis extremidades, y sentí el oscuro vació de mi corazón llenarse con un recién encontrado propósito.

Cuando volví a abrir los ojos la buena gente se había marchado, pero los representantes del Gremio y la casa Cynis seguían allí, mirándome con cara de estupefacción mientras observaban el brillo en mi frente. Basto con un atronador grito para desatar a mis tropas y que se lanzaran contra nuestros enemigos. Al principio parecía que no lograrían abrirse paso ante los mejores pertrechados soldados, pero en cuento entre en el combate con mis nuevas habilidades Celestiales las tornas comenzaron a cambiar. El miedo empezó a aflorar en las caras de los esclavistas, y antes de que terminásemos de sembrar el suelo de cadáveres muchos arrojaron sus armas e iniciaron una rápida huida. Entre ellos el noble de la casa Cynis.

Cuando logramos hacernos con el control de la mina, mis compañeros de armas se me acercaron portando el arma del noble, que resulto ser una reliquia de la Primera Edad, y querían que entregármela como ofrenda. Rápidamente repartimos el botín y en pequeños grupos partimos en distintas direcciones. Convencí a mi grupo de arriesgarnos a volver a Nexus. Ataviados con ropas provenientes de los antiguos miembros del Gremio logramos que nos cediesen el paso como mercenarios dentro de la ciudad. Una vez allí, vendimos la parte del botín que pudimos, obteniendo algunos recursos y nos alistamos como guardias de una caravana don destino las tierras del sur.

Desde entonces, y hará ya un año, he estado vagando por las diversas ciudades del sur, como guardia de caravanas, observando la corrupción e injusticias reinantes en todas ellas. Obteniendo aliados en las caravanas y contactos entre los mercaderes de las ciudades. Preparándome para este momento, pues ha llegado el momento de formar mi propio Circulo para volver a hacer a la Creación pura y completa de nuevo...
Laegnur
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Aliado
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