Mael Severus. La inocencia no prueba nada.

Huerfano desde mi nacimiento, he crecido toda mi vida en el templo-escuela de nuestro señor Kelad, cuyos humildes siervos me acogieron bajo su protección y me dieron un hogar sin pedirme nada a cambio.

Bajo su tutela, aprendí sobre la infinita bondad de nuestro señor Kelad hacia todos los seres vivos, y su gran sacrificio al cargar sobre sus hombros todo el peso del trabajo de tener que juzgar y castigar a todas las malvadas y corruptas almas de este mundo.

Conocedor de las multiples virtudes de nuestro señor, decidí dedicar mi vida a su servicio, para cuidar de las almas inocentes, y a la vez ayudar a nuestro señor con su infinita tarea para con las almas de la humanidad.

Cuando mis superiores al servicio de Kelad decidieron que tenía los suficientes conocimientos, optaron por enviarme a la guardia imperial, para guardar las almas de mis futuros compañeros asi como cosechar las de nuestros enemigos.



No hay más dios encima de Kelad.
No hay insoportable trabajo en nombre de Kelad.
No hay dolor insoportable en el nombre de Kelad.
No hay temor inexpugnable con la fe en Kelad.
No hay objeto que no puede ser entregado por Kelad.
No hay otra palabra más que la Palabra de Kelad.
No hay fin. Hay un lugar para todos nosotros a los pies de Kelad.

-Extracto de la Ley Máxima de Nuestro Señor Kelad-

Estimado Mael Severus

le escribo para agradecerle su labor para con los Custodios. Sinceramente los círculos en los que me muevo siempre se han visto fundamentados por un intenso recelo de las artes de Necrópolis y sus agentes. Pero aún así, en la batalla de la fortaleza, sin vacilar puso sus recursos a disposición de mi persona salvando la situación que de otra manera podría haber sido bastante más tediosa.

Como muestra de la confianza creciente que tengo en su persona y en la labor le hago entrega de una antigua pertenencia que la familia Grauss, bajo la supervisión de nuestra bienquerida diosa de la sabiduría habíamos guardado con recelo durante todos estos años pero que debo confesar que la propiedad de la misma pertenece, efectivamente al culto al dios de ultratumba.

Atentamente Xander Gaus.