Historia de: Eliah, vida y muertes.

Eliah nació en algún momento incierto del pasado cercano de Dagan, pero no lo hizo como un niño normal. No gritaba, ni pataleaba, ni hacía esa cosa con las manos que los bebés hacen al nacer. De hecho el pequeño Eliah estaba muerto cuando nació.

Fue su padre, el poderoso Senador de las provincias meridionales, quien detectó en el niño cierta actividad matricial derivada de sus constantes cerebrales, apenas instantes antes de entregarlo al templo de Kelad para oficiar el cadáver. Aunque el Senador entregó al pequeño Eliah al templo de todos modos, advirtió que seguía con vida, y dijo a los sacerdotes que hiciesen todo lo posible por despertarlo.

Los sacerdotes pasaron decenas de meses alimentándolo mediante extravagantes chanchullos nigrománticos y poniéndole inciensos con olores desconocidos, hasta que finalmente Eliah despertó, a la edad de tres años. A partir de ahí comenzó su formación en el templo al que había sido entregado. Estudió la religión, la filosofía de Kelad, la anatomía humana, jardinería, costura, administración de censos demográficos, y todas las cosas que un buen sacerdote debe saber. También pasó algunos veranos con su padre, y aunque éste le tenía algo de aprecio, se comportaba de un modo distante. En este punto es necesario aclarar que Eliah es el hijo bastardo del Senador y una mujer desconocida. Por ello su padre se ha mostrado siempre reticente a reconocer la legitimidad de su hijo en público.

Tanto en el templo como en su casa, sus formadores fueron estrictos, y los castigos (físicos en el culto de Kelad, y psíquicos durante las vacaciones) se convirtieron en una tortura continuada. Durante largos años el miedo fue lo único que motivaba a Eliah a seguir viviendo. Miedo a los golpes, a las celdas, a la oscuridad, a la nigromancia, al control mental, a las pesadillas que aparecían incluso en los días calmados. Eliah se esforzaba cuanto podía, pero todos esperaban más de él, en especial su padre, que trataba de obligarle a desarrollar las capacidades psíquicas de las que sólo él era capaz de percibir un leve rastro.

A la edad de ocho años, tras un perverso hechizo destinado a consumir sus fuerzas, Eliah cayó víctima de la extenuación, aparentemente muerto. Fue llevado al depósito de cadáveres para realizar una autopsia y la posterior incineración en el templo sin causar mucho revuelo, porque a Kelad no le mola que la gente sepa que sus aprendices mueren. Nadie sabe lo que sucedió, pero el sarcófago estaba roto y vacío unos días más tarde, lo que hizo extenderse el rumor de muertos vivientes en el pueblo. En realidad, Eliah había abierto su poder contenido, algo que a partir de ese punto, sólo podía progresar...