Alexander Karlof I, de espada de alquiler a emperador

—Alexander Karlof I, ese soy yo. Primero de mi saga y futuro emperador —Karlof se acomoda en su asiento y moja los labios en vino—. Nacido entre las trincheras del campo de batalla y crecido entre el chocar de los aceros. Me críe entre gente humilde, sencilla y de pocas miras, cuando crecí lo suficiente fui un explorador para la fuerza armada donde vivía y un guerrero más cuando la refriega se desataba —musita algo entre dientes evocando un recuerdo que le desagrada—. Ahí aprendí muchas cosas, en especial a blandir la espada. Pero como he dicho, mi gente no tenía altura de miras y peleábamos por poco dinero, es cierto que éramos libres, pero no había dignidad en nuestra libertad —bebe disimulando un gesto agrio—. Así que un día cogí lo poco que me pertenecía, mi arma y un caballo viejo y me fui. Si iba a luchar por dinero sería por una buena suma… Luego, bueno, hay más cosas, como mi ascenso al trono, pero todo en su momento.