Tiberius Alfen
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Tiberius Alfen
Desde mi tierna infancia, siempre he vivido en paz. Mi familia eran simples agricultores y ganaderos que se ganaban la vida en el campo. Yo mismo siendo un jovenzuelo colaboré con mi padre y mis 4 hermanos en las tareas de labranza y cuidado del ganado. Mi vida era sencilla y tranquila.
En la pequeña aldea en la que me crié, no había mago alguno. Un clérigo de Lanrod de un pueblo cercano nos visitaba de vez en cuando para atender a los enfermos, pero esa era toda la magia que un muchacho como yo había visto durante su niñez.
Cuando tenía 25 años, un anciano mago visitó nuestra tierra. Era un mago viajero, poderoso y de buen corazón. Mis fascinados ojos lo vieron realizar proezas que jamás había imaginado, y la magia arcana me sedujo. Me acerqué a él con interés, y aquel mago, generoso, no tuvo ningún reparo en enseñarme los secretos de su poder. Incluso me regaló un viejo libro de hechizos para que pudiera iniciar mi senda como mago. Pero a las pocas semanas, se marchó.
Durante 5 años, con lo poco que había aprendido de aquel hombre, practiqué la magia, aprendí nuevos hechizos y empecé a desarrollar algo de poder, mientras seguía atendiendo las labores de la casa de mi familia. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que la magia que empezaba a correr por mis venas hacía que mis hermanos y vecinos desconfiasen de mi. El poder que yo ostentaba hacía que me mirasen con desprecio. Tras esos 5 años, tomé la decisión de abandonar mi pueblo natal y partir.
Pasé el resto de mi vida hasta la fecha en el pueblo de Zeron. Los paisanos de aquel pueblo me aceptaron como uno más, y yo les correspondí ayudándoles con mi magia siempre que lo requerían. También allí empecé a desarrollar interés por la repostería y abrí una pequeña tienda de pasteles y bizcochos, que hacía en los ratos en los que no estudiaba. Viví tranquilo en Zeron hasta los sucesos recientes (Ver partida: De regreso a casa (23-12-2012))
Ahora mi tiempo en este pueblo ha terminado. He decidido que mis habilidades pueden ser más útiles si las pongo al servicio de un bien mayor. Con esta determinación, he decidido acompañar a los hombres de la Guardia Imperial a Daegan, dónde comenzaré una nueva vida. Espero estar preparado para los peligros de la gran ciudad y de los hombres y mujeres de corazón y mente retorcida que lo habitan.
Soy un hombre de cuarenta y pico años, de larga barba gris y pelo canoso. Alto y delgado, camino a menudo apoyado en un bastón. Quién me ha conocido dirá que soy un hombre agradable, tranquilo y generoso. No me gusta discutir, y prefiero arreglar los problemas sin recurrir al asesinato.
En la pequeña aldea en la que me crié, no había mago alguno. Un clérigo de Lanrod de un pueblo cercano nos visitaba de vez en cuando para atender a los enfermos, pero esa era toda la magia que un muchacho como yo había visto durante su niñez.
Cuando tenía 25 años, un anciano mago visitó nuestra tierra. Era un mago viajero, poderoso y de buen corazón. Mis fascinados ojos lo vieron realizar proezas que jamás había imaginado, y la magia arcana me sedujo. Me acerqué a él con interés, y aquel mago, generoso, no tuvo ningún reparo en enseñarme los secretos de su poder. Incluso me regaló un viejo libro de hechizos para que pudiera iniciar mi senda como mago. Pero a las pocas semanas, se marchó.
Durante 5 años, con lo poco que había aprendido de aquel hombre, practiqué la magia, aprendí nuevos hechizos y empecé a desarrollar algo de poder, mientras seguía atendiendo las labores de la casa de mi familia. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que la magia que empezaba a correr por mis venas hacía que mis hermanos y vecinos desconfiasen de mi. El poder que yo ostentaba hacía que me mirasen con desprecio. Tras esos 5 años, tomé la decisión de abandonar mi pueblo natal y partir.
Pasé el resto de mi vida hasta la fecha en el pueblo de Zeron. Los paisanos de aquel pueblo me aceptaron como uno más, y yo les correspondí ayudándoles con mi magia siempre que lo requerían. También allí empecé a desarrollar interés por la repostería y abrí una pequeña tienda de pasteles y bizcochos, que hacía en los ratos en los que no estudiaba. Viví tranquilo en Zeron hasta los sucesos recientes (Ver partida: De regreso a casa (23-12-2012))
Ahora mi tiempo en este pueblo ha terminado. He decidido que mis habilidades pueden ser más útiles si las pongo al servicio de un bien mayor. Con esta determinación, he decidido acompañar a los hombres de la Guardia Imperial a Daegan, dónde comenzaré una nueva vida. Espero estar preparado para los peligros de la gran ciudad y de los hombres y mujeres de corazón y mente retorcida que lo habitan.
Soy un hombre de cuarenta y pico años, de larga barba gris y pelo canoso. Alto y delgado, camino a menudo apoyado en un bastón. Quién me ha conocido dirá que soy un hombre agradable, tranquilo y generoso. No me gusta discutir, y prefiero arreglar los problemas sin recurrir al asesinato.
Tiberius- Aliado
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Fecha de inscripción : 26/12/2012
Localización : Fortaleza de Verriteus
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